VENEZUELA: DICTADURA TOTALITARIA
Venezuela fue, durante cuatro
décadas, una de las democracias más admiradas de América Latina, con un nivel
de vida envidiable, una moneda fuerte y un desarrollo económico sostenible y
estable, con poderes que funcionaban con autonomía.
Durante el periodo democrático
nuestro país desarrolló su industria petrolera, constituyéndose en uno de los países más confiables del mundo, gracias
a las decisiones tomadas en esta materia, tales como la creación de PDVSA, que
se constituyó en una empresas más
importantes del mundo y el ingreso de nuestro país a la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), organismo creado por iniciativa del venezolano
Juan Pablo Pérez Alfonzo.
Asimismo se logró un nivel educativo
óptimo en todos los niveles de educación y se crearon innumerables escuelas,
liceos, técnicas industriales y universidades. Además, se puso en práctica un
plan de alfabetización, tanto en el sector rural como en el urbano. De igual
manera se promulgó la Ley de Universidades que le dio autonomía a
las universidades públicas y se puso en práctica el plan de becas “Gran Mariscal de Ayacucho”, programa que le permitió a muchos
jóvenes estudiar en las mejores universidades del mundo.
No obstante lo anterior, la mano antisistema
estuvo al acecho esperando la oportunidad para acabar con la democracia. Así, durante
los años 60 el dictador cubano Fidel Castro estimuló y financió el movimiento
guerrillero en Venezuela y trató de convencer al presidente Rómulo Betancourt
para que lo respaldara en su plan macabro de instaurar gobiernos comunistas en todos los países de continente
americano. El presidente Betancourt, de pensamiento democrático, lo rechazó;
sin embargo, su Gobierno fue sacudido por varias intentonas golpistas
alentadas por el castrismo, conocidas como “El Barcelonazo”, “El Carupanazo”,
“El Porteñazo” y la guerra de
guerrillas. Betancourt logró sortear esta situación, se mantuvo en el poder y,
mediante elecciones libres, universales, directas y secretas,
le hizo entrega del poder al presidente Raúl Leoni, quien inicio una
política de pacificación, que posteriormente concluyó su sucesor, el Dr. Rafael
Caldera Rodríguez.
Luego asumió la presidencia Carlos
Andrés Pérez, bajo cuyo gobierno se nacionalizó la industria del petróleo e
impulso el proceso de descentralización con la elección de Gobernadores de
Estado. Posteriormente, durante la presidencia del Dr. Jaime Lusinchi, se
empezó a gestar, desde la Academia Militar, un movimiento desestabilizador
encabezado por Hugo Chávez Frías, que se
materializó durante el segundo Gobierno de Carlos Andrés Pérez, con una intentona
golpista en el año 1992, que afortunadamente no triunfo pero dejó maltrecho el
Estado de Derecho. Lamentablemente, intelectuales como los integrantes del llamado
“Grupo de los Notables”, medios de comunicación social, periodistas, sectores
empresariales y políticos, le dieron apoyo indirecto al golpista. Carlos Andrés
Pérez finalmente fue defenestrado del poder por maniobras políticas,
iniciándose así un proceso que perturbó la paz democrática en Venezuela.
Asumiendo posiciones que indirectamente justificaban
la intentona golpista, el Dr. Rafael Caldera nuevamente fue electo Presidente
de la República e indultó al grupo de golpistas, encabezado por teniente
coronel Hugo Chávez Frías, incurriendo
en el error de no inhabilitarlos políticamente. En el año 1998, después de
haber sido responsable de la muerte cientos de venezolanos, Hugo Chávez Frías
fue electo Presidente de la República. Cabe destacar que al juramentarse en el cargo expresó: “Juro sobre
esta Constitución moribunda”, lo que evidenciaba no solo su intención de desconocer
las instituciones democráticas y derechos fundamentales previstos en la Carta
Magna, sino instaurar una dictadura disfrazada con el remoquete de “Socialismo
del Siglo 21”.
Una
vez en el poder, la primera visita que Chávez hizo al exterior fue a la isla de Cuba.
Posteriormente estrechó los lazos con el régimen cubano, logrando el dictador
Fidel Castro lo que siempre había ambicionado: Ponerle la mano a Venezuela.
Cuba con una economía en crisis, empezó a
recibir de Venezuela ayuda económica: 500 mil barriles diarios de petróleo
y logró la penetración de la
inteligencia cubana en instituciones fundamentales como las Fuerzas Armadas,
Notarias, Oficinas de Registro Público y Servicio de Identificación y Extranjería.
El régimen chavista no solo consintió que
Venezuela fuera tomada por el G2 cubano, sino que permitió
una fuerte presencia de China, Rusia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), la delincuencia organizada y el radicalismo en el territorio
nacional, con lo cual Venezuela perdió su soberanía y se convirtió un país
colonizado.
Una vez que Hugo Chávez Frías muere
prematuramente, le sucede el Sr. Nicolás Maduro, activista del PSUV adoctrinado en Cuba,
chofer de metrobus que ocupó cargos importantes durante el Gobierno de Chávez,
no obstante carecer de credenciales académicas, y sobre cuya nacionalidad existen
dudas ya que se asegura que nació en Colombia, hecho este que él ha negado pero
no ha demostrado.
Durante
su mandato, Nicolás Maduro no solo ha
continuado las políticas de Chávez, sino que ha acelerado el control
total sobre la población e instituciones con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
Durante su mandato más de cien jóvenes murieron durante las protestas contra el régimen en el año
2017 y se han contabilizado miles de presos políticos. Asimismo, se ha generado
una crisis social por la escasez de alimentos y medicinas; situación que ha
obligado a solicitar la apertura de un canal humanitario, sin embargo, el
régimen se ha negado. De igual manera, existen graves deficiencias en la
prestación de los servicios públicos y una corrupción generalizada. Todo lo
anterior evidencia que en Venezuela existe una dictadura totalitaria delincuencial.
Dentro de esta conducta totalitaria,
Nicolás Maduro convocó una Asamblea Nacional Constituyente violando
disposiciones Constitucionales, con la complicidad de otros poderes como el
Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia. Su objeto
fundamental fue profundizar el control sobre la sociedad, someter a la
disidencia y suplantar a la Asamblea Nacional, cuyos miembros fueron electos
por más de siete millones de
venezolanos. El régimen de Maduro no solo ha desconocido la legitimidad de este
órgano legislativo, conformado mayoritariamente por la oposición, sino que ha
atropellando a varios diputados y encarcelando a otros, violando
abiertamente la inmunidad parlamentaria.
La Asamblea Nacional Constituyente,
electa fraudulentamente, se ha convertido en un suprapoder, usurpando funciones
que no le corresponden con el propósito de perpetuar al régimen. En tal sentido, convocó
en forma adelantada, violando
disposiciones constitucionales y legales,
un proceso electoral para elegir al presidente de la República el
próximo mes de abril.
A pesar de no tener esta Asamblea
Nacional Constituyente base
jurídica, un sector de la oposición,
entre ellos los partidos “Acción Democrática”, “Primero Justicia” y un Nuevo Tiempo”,
han manifestado su intención de
participar, lo cual ha causado profundo malestar en la sociedad
venezolana, por cuanto no se puede legitimar ningún acto emanado de
un órgano que no tiene legitimidad de origen y que ha sido desconocida por la
comunidad internacional. Participar en
este proceso electoral no solo significaría darle legitimidad al régimen, sino
que se pueden prever los resultados dado el control que ejerce sobre el Consejo Nacional Electoral. Aunado a ello,
resulta ingenuo pensar que un país controlado por factores externos vaya a
entregar el poder bajo las anteriores
circunstancias.
Este régimen no ha tenido limites a
la hora de contener cualquier acto disidente, al punto que ha recurrido a la
represión y el uso indebido de las armas, tal como ocurrió en un hecho que ha
causado honda conmoción social, como lo fue
la denominada “masacre de EL Junquito”, donde fueron asesinados los
integrantes de un grupo que hacia oposición al gobierno, conformada por 7
hombres, dirigida por el ex Inspector Jefe del CICPC Oscar Pérez. No obstante
haber manifestado la intención entregarse a las autoridades el grupo fue
masacrado en un proceso policial donde participaron más de 500 hombres, entre
militares, policías nacionales y colectivos (grupos paramilitares),
utilizando tanquetas y armas de
guerra como lanzagranadas. Según las respectivas actas de defunción,
todos los integrantes, incluyendo, una joven presente en el sitio, murieron por disparos en la cabeza, lo que hace presumir que hubo
ejecuciones.
Todos estos hechos constituyen
delitos de lesa humanidad, que en un futuro cercano pueden ser objeto de
acciones por ante la Corte Penal Internacional. Sin embargo, cabe acotar
que este órgano debe garantizarse la imparcialidad de sus integrantes, para que
no se generen suspicacias como la ocurrida en días recientes con la presidenta de dicho
Tribunal, Silvia Fernández de Gurmendi, quien apareció, muy sonriente, en
varias fotos al lado del ciudadano
Maikel Moreno y Carmen Zuleta de Merchán, presidente y
magistrada de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia de Venezuela, respectivamente;
el primero sancionado por la Unión Europea, por su
Responsabilidad en la represión y de la
situación política en nuestro país, y ambos por la Oficina de Control de
Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados
Unidos por tomar decisiones que usurpan la autoridad de la Asamblea Nacional. Por tal motivo dicha funcionaria debería
inhibirse en aquellos casos donde Venezuela se constituya en parte.
Lo anterior evidencia la forma
progresiva como el régimen chavista ha venido realizando prácticas
dictatoriales, irrespetando abiertamente al estado de derecho, sin importar el
clamor de un pueblo hambriento, condenado a muerte, en muchos casos por falta
de medicinas. Estas distorsiones
dictatoriales fueron denunciadas, desde sus inicios, ante el mundo, sin embargo
la comunidad internacional hizo caso omiso a las mismas. Lamentablemente,
tuvieron que morir 121 jóvenes durante las protestas de 2017 para que diversas
instituciones y personalidades empezaran
a cambiar su óptica y a tildar abiertamente al régimen de Maduro de dictadura
totalitaria delincuencial.
Andrés Eloy Arriojas V.
Abogado y
Periodista
Miembro del
Consejo de Facultad
de Humanidades y
Educación
Universidad
Central de Venezuela
(UCV)
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